El Gobierno de Rusia inició sus primeras maniobras militares, que incluyen ejercicios nucleares, desde el inicio de la invasión a Ucrania, el 24 de febrero pasado.

El presidente Vladimir Putin supervisó las pruebas desde su centro de mando. Se efectuó un simulacro de ataque nuclear masivo, con el lanzamiento de misiles balísticos y de crucero.

Más tarde, durante una reunión con autoridades de antiguas repúblicas soviéticas, Putin reiteró que Rusia es consciente de las intenciones de Ucrania de usar una bomba sucia. Este tipo de explosivo está enriquecido con material radiactivo, que es diseminado en la atmósfera y en la superficie terrestre.

También afirmó que el riesgo de un conflicto global sigue siendo muy alto, ante la aparición de nuevos desafíos para la seguridad colectiva, como resultado del fuerte agravamiento de la confrontación geopolítica internacional.

Por su parte, Jens Stoltenberg, secretario general de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), reiteró su apoyo a Ucrania y negó que esta nación tenga la intención de usar una bomba sucia en su propio territorio, por lo que pidió a Rusia que esto no le sirva de excusa para incrementar su ofensiva militar.

Y ante el avance de las tropas ucranianas en Jersón, en el sur de Ucrania, unas 70 mil personas han sido evacuadas de la recién anexionada región y enviadas al otro lado del río Dniéper, que sirve de muro defensivo a Rusia.