El Ministerio de Defensa de Rusia elevó a 89 el número de soldados rusos que perdieron la vida durante el bombardeo del domingo pasado en la localidad de Makiivka, en la región anexionada de Donetsk, en el este de Ucrania.

Reconoció que el uso de teléfonos móviles por parte de sus tropas, a pesar de estar prohibido, los convirtió en blanco fácil de las fuerzas ucranianas, lo que intensificó las críticas contra los altos mandos rusos por incompetencia y no haber prevenido el ataque.

El Gobierno de Ucrania asumió la responsabilidad del ataque, aunque cifró en 400 el número de bajas entre los rusos.

En un anuncio extremadamente inusual, Rusia admitió el lunes pasado que 63 soldados habían muerto en el ataque, el más letal desde que invadió Ucrania, el 24 de febrero pasado.

Ucrania ha intensificado su ofensiva aérea contra posiciones e instalaciones militares rusas en el este del país y en este contexto, informó que destruyó una base rusa en la ciudad de Tokmak, en Zaporiyia, causando 80 bajas entre fallecidos y heridos.

Además, autoridades prorrusas en la ciudad de Vasylivka, también en la región de Zaporiyia, acusaron a la artillería ucrania de lanzar un ataque que dejó cinco muertos y 15 heridos.

Y a pesar del terreno ganado, el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, reiteró que Rusia planea movilizar más tropas para lanzar una nueva ofensiva en territorio ucraniano, para lo cual pretende ordenar otra campaña de reclutamiento masivo y cerrar sus fronteras para evitar que los hombres escapen del servicio militar obligatorio.