El Papa Francisco sigue enfrentando problemas de movilidad debido a constantes y fuertes dolores en la rodilla derecha, que le han impedido caminar y lo obligaron a utilizar, por primera vez, una silla de ruedas para llegar al aula Pablo VI del Vaticano, con motivo de la XXII Asamblea Plenaria de la Unión Internacional de Superioras Generales (UISG).

El Sumo Pontífice, quien tiene un ligamento de la rodilla roto debido a una artrosis, fue apoyado por uno de sus asistentes.

En las últimas semanas, el líder de la Iglesia Católica, de 85 años, ha pedido disculpas a los fieles que asisten a las audiencias por dar la bendición sentado, ya que no puede estar de pie durante mucho tiempo.

Además, ha cancelado algunas reuniones de su agenda para someterse a pruebas médicas y no descarta someterse a una infiltración para reducir el dolor.

Recordar que durante las pasadas celebraciones de Semana Santa no pudo oficiar algunos ritos y a principios de abril, en su viaje apostólico a Malta, no pudo bajar las escaleras del avión y tuvo que hacer uso de un elevador.

Estos problemas también ponen en riesgo sus próximos viajes programados a Líbano, República Democrática del Congo, Sudán del Sur y Canadá.