Se dice que el dictador de la URSS, Iósif Stalin, se quedaba con algo de las personalidades que visitaban Rusia y todo tenía que ver con su paranoia. ¿De qué estamos hablando?
Cuentan que Stalin mandaba recolectar secretamente los excrementos de sus visitantes distinguidos para, posteriormente analizarlos y conocer mejor a sus potenciales enemigos.