Comer de madrugada con frecuencia puede parecer un simple mal hábito, pero cuando este comportamiento se vuelve recurrente y se asocia con insomnio, ansiedad y una sensación de falta de control, podría tratarse del Síndrome del Comedor Nocturno, afirmó el especialista en Nutrición Clínica y Manejo Integral de la Obesidad, Luis Dorado.
“Este trastorno se asocia con alteraciones en los ritmos circadianos, especialmente en la producción de melatonina y cortisol, lo que impacta la regulación del metabolismo y la calidad del sueño”.
Esta condición, reconocida dentro de los trastornos de la conducta alimentaria, tiene implicaciones en la regulación metabólica, la salud endocrina y el bienestar emocional de quienes la padecen.
El SCN es una condición multifactorial, influenciada por factores biológicos, psicológicos y conductuales. Entre los principales detonantes se encuentran:
● Disregulación neuroendocrina: Alteraciones en la producción de serotonina, melatonina y cortisol.
● Estrés crónico y ansiedad: Factores emocionales que aumentan la necesidad de ingesta nocturna como mecanismo de afrontamiento.
● Patrones de alimentación irregulares: Restricción calórica excesiva durante el día que provoca hiperfagia nocturna.
● Desajustes en el sueño: Insomnio o despertares frecuentes acompañados de ingesta compulsiva.