Silvia Pinal fue una mujer del cine, la televisión, del teatro, la política y de toda la sociedad en general.
Para hablar de ella, habrá que decir que inició su carrera con la grabación de radionovelas en los años 40 del siglo pasado. Su debut oficial en el cine fue en 1949, cuando trabajó con su entonces esposo, Rafael Banquells, en la película “Los pecados de Laura”.
Durante siete décadas y media, doña Silvia desarrolló más talentos, pues no sólo fue actriz, sino también productora, empresaria, diputada, senadora, representante de la Asamblea del Distrito Federal y en 1981 se convirtió en la primera dama de Tlaxcala. En esa época estaba casada con Tulio Hernández Gómez, gobernador de la entidad por el PRI.
En total, fueron cerca de 20 años dedicada a la política, de los cuales recordaba esto en entrevistas posteriores: “A mí me fue muy bien. Me gusta mucho la política. Cuando dejé de estar en la política, la extrañé. Ya no la extraño porque estoy en otras cosas. La extrañé porque era fantástica. Allí se podía ayudar a la gente”.
Aunque extrañaba la política, doña Silvia se retiró de los cargos públicos en el año 2000.
Lo que nunca dejó fue su vida artística, porque esa la tenía más presente en la memoria del público desde la Época de Oro del Cine Mexicano, cuando actuó a lado de ídolos, como Pedro Infante. De hecho, gracias a su trabajo como actriz obtuvo reconocimientos internacionales con su trilogía de películas dirigidas en los años 60 por Luis Buñuel, que fueron “Viridiana”, “El ángel exterminador” y “Simón del desierto”. Antes ya había filmado “El rey del barrio”, “Un extraño en la escalera”. Un filme más que también la encumbró fue “María Isabel”, de 1968.
A la par del cine, doña Silvia mostró su amor por el teatro. Su primera obra fue en 1950; se llamó “Celos del aire” y compartió el escenario con Manolo Fábregas y Carmen Montejo. También dio vida a Doña Inés en el clásico “Don Juan Tenorio”. En la misma década conoció al Diego Rivera, por un trabajo en la obra “El cuadrante de la soledad”. Y poco después dio paso al famoso retrato que la actriz lució en el teatro que lleva su nombre y en su programa de televisión “Mujer, casos de la vida real”.
Lo que tampoco se puede olvidar cuando hablamos de Silvia Pinal y su relación con el teatro es que se le considera como una pionera del teatro musical en México. Ella montó la primera obra en este formato en 1958. Fue “Ring, ring. Llama el amor” y después siguieron los musicales “Irma la dulce”, “Mame”, “Hello, Dolly” y “Annie es un tiro”, además de una larga lista de obras donde trabajó acompañada por actores y actrices, como Rogelio Guerra, Julio Alemán, Héctor Bonilla y Héctor Suárez.
El teatro fue su gran pasión, todavía en las últimas décadas montó “Debiera haber obispas”, “Amor, dolor y lo que traía puesto” y “Adorables enemigas”. Es más, aún con sus más de 90 años de edad se subió al escenario para dar vida a la Abuelita en el musical infantil de “Caperucita Roja”. Esto a pesar de que había quien criticaba que la dejaran trabajar con una edad avanzada y salud frágil.
Lo cierto es que la primera actriz siempre mostró su deseo por seguir trabajando. “Es la llave que me ayuda a salir y decir, ‘aquí estoy, señoras y señores. La abuelita que está viejita, pero todavía jala. Lo que no hice en mi juventud, lo quiero hacer ahora”, contó cuando presentó la puesta en escena.
El legado de la primera actriz también se refleja con sus múltiples trabajos en la televisión, pues no sólo mantuvo su programa “Mujer, casos de la vida real” por 20 años desde 1985, sino que además actuó en telenovelas, como “Los caudillos”, “¿Quién?”, “Lazos de amor”, “El privilegio de amor”, “Carita de Ángel” y “Mi marido tiene familia”.
Durante toda su trayectoria, doña Silvia gozó del cariño del público, que también estaba a la expectativa de su vida personal y de todos los pasos que daba, por ejemplo las veces que posó desnuda para algunos artistas o las veces que se casó y se enamoró.
Mención aparte para aquel problema judicial que la obligó a huir de México hacia Miami en el año 2000. Se le acusó por un supuesto fraude en contra de la Asociación Nacional de Productores de Teatro, y el entonces secretario de Seguridad Pública del Distrito Federal, Alejandro Gertz Manero, le giró una orden de aprehensión. Años después, la actriz recordaba así aquel episodio de su vida: “¿Perdonar? No. Yo no puedo perdonar. Una vez ya perdoné y me fue como en feria. ¿Cómo voy a olvidar si fue parte importante de mi vida? Una parte terrible de mi vida”.
Otro episodio que marcó la vida de Silvia Pinal fue la muerte de su hija Viridiana, quien tenía 19 años cuando sufrió un accidente automovilístico en la Ciudad de México.
Después llegaron los múltiples escándalos de la familia Pinal Guzmán y eran frecuentes las ocasiones en las que la misma Diva del Cine salía a desmentir información. Aún así, ella siempre agradecía el cariño del público y decidió contarles su historia en el libro de memorias “Esta soy yo”.
Hablar de Silvia Pinal es muy extenso porque así fue su legado en diferentes ámbitos. Justo por eso, decidió escribir sus memorias en el libro “Esta soy yo”, y el 29 de agosto del año pasado le fue rendido un homenaje en vida en el Palacio de Bellas Artes, donde ella no ocultaba su emoción por la cantidad de aplausos y ovaciones que recibió.
Aunque su salud ya no tenía la fortaleza de décadas anteriores, ella prometía que seguiría trabajando: “Me siento tan emocionada en este momento. El teatro, que lo amo, y vamos a hacer una cosa muy importante muy pronto, yo se los prometo”, expresó la última diva de la Época de Oro del Cine Mexicano.
Descanse en paz, Silvia Pinal, la última gran diva de la Época de Oro del Cine Mexicano.