“Nos tiene que doler más una vida, que una pared”: Víctimas comparten sus historias en la marcha del 8M

Familia de Karla Piña Santibáñez (Foto: Alemao Luna)

Como ya es tradición, miles de mexicanas de todas las edades se movilizaron este 8 de marzo sobre Paseo de la Reforma hasta el Zócalo de la Ciudad de México para conmemorar el Día Internacional de la Mujer.

Pero a diferencia de otras partes del mundo, en México no solo se marcha para buscar igualdad de condiciones laborales. Aquí, además se exige justicia por todas las que han sido víctimas de feminicidios y otras formas de violencia de género.

Vestidas de morado, con pancartas y al grito de “¡Ni una más, ni una más!” y “¡Me cuidan mis amigas, no la policía!”, arrancaron a las 16:00 horas el recorrido desde la Glorieta donde las Mujeres Luchan. Ahí conocimos la historia de Karla Piña Santibáñez, una madre de familia que fue asesinada por su pareja el pasado 9 de febrero en la alcaldía Iztapalapa.

De acuerdo con Ruth, su hija de 21 años, el sujeto les aviso que Karla había sido hospitalizada una noche antes en la Clínica 47 del IMSS por supuesto intento de suicidio. Sin embargo, al llegar al nosocomio les mintieron en primera instancia conque ahí no se encontraba y los mandaron a la Fiscalía para que la denunciaran como desaparecida.

“Le pregunté a un policía (del hospital) y él me dijo que fuera a la Fiscalía que está a lado a decir que mi mamá estaba desaparecida, y que la estaba buscando, cuando ellos ya sabían que mi mamá había llegado sin signos vitales”, contó.

La señora Mireya, madre de Karla, detalló que no han tenido acceso a la carpeta de investigación y el caso no avanza porque todavía no lo dictaman. Mientras tanto, la pareja de Karla aprovechó para esconderse.

“Queremos justicia, porque esta persona maltrataba a mi hija desde antes. Diga lo que diga, pero él la obligó, porque él la llevó a esto”, afirmó.

Cabe mencionar que, según cifras de la ONU, en México se cometen en promedio en el país 10 feminicidios al día.

La marea morada recorrió los 2.5 kilómetros de trayectoria organizada y pacíficamente entre cánticos, tambora y baile. Sin embargo, hubo algunos actos aislados de violencia por parte de mujeres encapuchadas vestidas de negro, quienes comenzaron a golpear con mazos, algunas fachadas de negocios y bienes de propiedad pública.

Al respecto, la señora Susana Barrera, de 58 años, quien marchó junto a sus cuatro hijas, explicó que son medidas necesarias para llamar la atención de las autoridades y los medios, con el objetivo de poner fin a la impunidad que viven muchos de los agresores. Porque dijo: “Nos tiene que doler más una vida, que un monumento o una pared”.

“Antes les decía: ‘no, no vayan, porque se pone muy peligroso; no me gusta que rompan’. Pero no. Ahora las acompañó y digo ‘no importa que vengan y destrocen’, porque son monumentos, son paredes que no sientes; las mujeres somos las que sentimos y una pared la pueden reparar, una vida no”

Con la voz entrecortada, Susana Barrera recordó que en su niñez sufrió porque fue víctima de abuso en el poblado donde vivió. No obstante, en ese momento su familia consideró que NO fue algo grave.

“Quisieron abusar de mí cuando era niña y luego cuando fui adolescente […] Pero no lo reconocieron, no lo aceptaron”, lamentó.

Pasadas las 20:00, los manifestantes comenzaron a desalojar el Zócalo. El gobierno de la CDMX informó que más de 180 mil mujeres se reunieron en la Marcha del 8M.

Elementos del Escuadrón de Rescate y Urgencias Médicas (ERUM) tuvieron que trasladar a cuatro mujeres al hospital: una de ellas sufrió un infarto, una amenaza de aborto y otra se intoxico por ingesta de solvente.