Un niño de 10 años y su abuela perdieron la vida durante un nuevo bombardeo de Rusia en el centro de la provincia ucraniana de Járcov. Dos misiles impactaron un edificio de viviendas, dejando, además, al menos 28 heridos.  

El presidente Volodímir Zelensky condenó la agresión y envió sus condolencias a la familia de las víctimas. Asimismo, agradeció a los servicios de rescate y a los soldados ucranianos que protegen a la población civil de la invasión rusa.  

El bombardeo se produjo tan solo un día después del ataque en el pueblo de Groza, también en Járcov, que dejó 51 fallecidos y el cual ya es investigado por un equipo del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la Organización de Naciones Unidas (ONU).  

Y es que de los 300 habitantes que aproximadamente había en Groza antes de la invasión rusa, solo quedaban unos cien, muchos de los cuales habían acudido a un funeral. Fuentes oficiales sospechan de que un informante comunicó a las tropas rusas la celebración del funeral, al que podrían acudir mandos militares.  

Durante un ataque contra un puerto de Odesa, drones rusos también destruyeron un contenedor de cereales. Rusia se ha fijado como objetivo los puertos que facilitan el comercio de granos tras abandonar el pacto para la exportación de cereales ucranianos a través de un corredor humanitario en el mar Negro.  

Y en su próxima reunión, la Duma rusa analizará revocar el Tratado de Prohibición Completa de Ensayos Nucleares, amenazado con ello, retomar las pruebas nucleares.