La música es tan poderosa, que no sólo es considerada el lenguaje universal, sino que también emana un gran poder sobre la salud física y mental.
Diferentes estudios demuestran que la música puede reducir el estrés, la ansiedad y la depresión, además mejora la calidad de vida, alivia el dolor y fortalece el sistema inmunológico. La música también puede mejorar la memoria, el aprendizaje y la función motora, además de que favorece la conexión social.

Son tantas las propiedades de la música, que neurocientíficos de diferentes partes del mundo hablan inclusive de un “Efecto Mozart”. Según quienes defienden la existencia de este fenómeno, escuchar la música del compositor austriaco, o la música clásica en general, aumenta las capacidades cognitivas, sobre todo durante el desarrollo temprano.
Por último, y a manera de regalo para notar aún más la importancia de la música en nuestra conexión de neuronas y nuestra memoria, Eduardo Calixto nos compartió que el nombre de la melodía que está científicamente comprobada como un auxiliar para alguien que está estudiando o intentan realizar un trabajo que implique el uso de la memoria.
La primera explicación sobre el poder de la música, la comparte el doctor Eduardo Calixto, Jefe del Departamento de Neurobiología en el Instituto Nacional de Psiquiatría: “Es la aplicación de la música, y en virtud de eso, ayuda demasiado a la comunicación neuronal. Normalmente cuando escuchamos música, generamos un circuito, una red de activación neuronal, que al cerebro le ayuda muchísimo a conectar más neuronas. A este ritmo le llamamos ritmo gama… Que nos demos cuenta de la importancia que tiene la música, y evidentemente desde el punto de vista clínico, pero desde el punto de vista de la comunicación de las redes neuronales, es tan increíble”.

En particular, sobre el llamado “Efecto Mozart”, Eduardo Calixto, comparte estos detalles sobre una obra creada en 1781 por el compositor austriaco cuando tenía apenas 25 años de edad. “Hay un estudio maravilloso que tomaron a la Sonata para dos Pianos K448 de Mozart. Se determinó cómo de manera increíble para jóvenes y para adultos se conectaban más redes neuronales. Se podía tener más atención sobre lo que se fuera a poner. Escuchar primero la Sonata y eventualmente ahora sí o me pongo a estudiar o me pongo a hacer otras cosas, y el cerebro utiliza el andamiaje de redes neuronales conectadas por la música”, explicó el especialista.
Ahora bien, la neurociencia habla sobre el efecto causado particularmente con las composiciones de Wolfgang Amadeus Mozart. Aquí la pregunta es, ¿pasará lo mismo con las obras creadas por otros virtuosos de la música? La respuesta la tiene también Eduardo Calixto: “Se hicieron otros estudios con Vivaldi, con Beethoven, y ninguna alcanza lo que alcanza la Sonata para dos pianos. Y si la escuchas con mucho cuidado, te das cuenta de los altos y bajos, las frecuencias que utiliza y eso naturalmente produce el cambio neuroquímico cuando escuchamos algo motivante”.
Por supuesto que los estudios sobre el “Efecto Mozart” van más allá de los estímulos en el aprendizaje y la concentración, ya que también se ha aplicado con pacientes que presentan epilepsia.
En estos casos, los resultados también han sido asombrosos: “Esta Sonata Para Dos Pianos se utilizó incluso para pacientes que tenían diagnóstico de epilepsia y disminuyó la frecuencia de aparición de crisis convulsivas con tratamiento, eso lo tenemos que reconocer, son pacientes tratados con epilepsia. Pero todo esto va en una condición en donde sí podemos modificar muchos de los eventos que naturalmente conocemos con la música”.
Si bien, algunos neurocientíficos consideran que el “Efecto Mozart” no es del todo real y certero, los efectos benéficos de la música sí se relacionan con la salud emocional. Desde la antigüedad el ser humano ha utilizado la música como método para reducir el estrés y mejorar el estado de ánimo.
De hecho, ahora se habla de la musicoterapia para referirnos a las intervenciones que usan la música como herramienta para reducir el malestar psicológico, mejorar las funciones cognitivas, desarrollar la motricidad o facilitar la adquisición de habilidades sociales, entre otros objetivos.