Año con año, entre mayo y septiembre, un sinnúmero de tortugas amarillas (caretta caretta), mejor conocidas como caguamas, emprenden un viaje de más de 11 mil kilómetros, desde las playas de Japón hasta las costas de Baja California Sur, para alimentarse y crecer. Sin embargo, cada vez son menos las que logran llegar con vida a su destino.
De acuerdo con el Centro Mexicano de Derecho Ambiental, A.C. (CEMDA), en los últimos siete años se han registrado al menos 3 mil 25 ejemplares muertos solo en la playa San Lázaro, por lo que se estima que la cifra de mortandad en la región podría ser tres veces mayor, lo que ya compromete la cadena trófica del ecosistema.
Tanto la CEMDA como las autoridades japonesas, señalan que la pesca incidental en el Golfo de Ulloa es la causa de este fenómeno, pues las tortugas son víctimas de las redes de arrastre de embarcaciones que buscan capturar y comercializar sardinas.
Esto ocasionó que en agosto de 2023, la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA, por sus siglas en inglés), emitiera una certificación negativa a México por incumplir los acuerdos internacionales para la conservación. Incluso, se dio un plazo de un año para que las autoridades acturaran para revertir la situación, de lo contrario se impondrá un embargo que impide al país comercializar especies de vida silvestre.
La pesca es solo una de las causas: Semar
Pero la Secretaría de Marina (Semar) afirmó que es una acusación injusta, argumentando que realizan operaciones navales a lo largo y ancho del Golfo para disuadir actividades ilícitas en las zonas de restricción pesquera, así como campañas de concientización con la comunidad que se dedica a esta actividad, mejorando sus prácticas.
Y es que científicos del Instituto Politécnico Nacional (IPN) y de la Universidad Autónoma de Baja California Sur explican que los principales factores de este índice de mortandad son la degradación del hábitat y el cambio climático.
“A influido el cambio climático. Las tortugas son unos seres de sangre fría, no tienen un termorregulador, que al menos, la diferencia de un grado de lo que están acostumbrados a tener, los aletarga, los duerme, y eso provoca que les pase cualquier cosa, incluso perder la muerte”, explicó el capitán Carlos Ruiz Rodríguez, director de inspección y vigilancia pesquera de la Semar.
¿Qué se está haciendo para evitarlo?
Para revertir esta situación, la Marina desplegó un equipo multidisciplinario para una ambiciosa investigación oceanográfica, que consta de tres etapas, para conocer si el estado de hábitat de la especie sigue siendo idóneo, y con base en ello, tomar decisiones.
Para ello se cuenta con nueve buques y embarcaciones menores, 360 elementos entre los que hay hidrólogos, biólogos, veterinarios, ingenieros, así como integrantes de la organización ecologista Sea Shepherd, quienes durante dos semanas recorrieron las 24 mil millas del Golfo, que va desde Punta Abreojos hasta Bahía Almejas.
88.9 Noticias zarpó en bahía La Paz, a bordo del buque Sayulita, con personal naval para constatar las labores de investigación a unas 45 millas, como la recolección de muestras de agua y organismos fitoplanctónicos, mediante cápsulas metálicas que se sumergen hasta 150 metros de profundidad, los cuales son enviados y analizados en un laboratorio en Ensenada, Baja California.
“Lo que venimos hacer fue mediciones de temperatura, salinidad, densidad […] Su tipo de alimentación, cuál es el organismo que más comen, toda la parte fisico-quimica y biologica”
“Ese tipo de resultados puede llevar de tres a cuatro meses, se tiene mucho trabajo de laboratorio y de gabinete por delante”, declaró en entrevista exclusiva la teniente Cynthia Martínez, perteneciente a la estación oceanográfica de Ensenada.
Por su parte, Iván Hernández, zootecnista de la organización Honu Kai, dijo que también se monitorea el comportamiento de estos quelonios de cabeza grande, caparazón en forma de corazón y de tonos marrones, que en promedio miden poco menos de un metro de longitud y pesan 135 kilogramos.
“Como parte complementaria, se pretende justamente buscar cuál es la salud de las tortugas, en monitoreos inicialmente individuales y obteniendo información para ver la salud poblacional […] Se tiene una información preliminar. El próximo año, aparentemente, se pretende hacer el siguiente crucero y así consecutivamente, y ya después de eso cada Secretaría (Semar, Semarnat, Conapesca, Profepa) va a dar un tiempo límite para información”, mencionó en entrevista.
Cabe mencionar que la mayoría de las caguamas que arriban a las costas mexicanas, suelen permanecer unos meses durante su etapa juvenil, para regresar a Japón y desovar; aunque hay algunas que pueden retornar a su lugar de origen hasta dos años después.
De las seis especies de tortugas existentes en el mundo, México posee cinco.