¡Inmortales! El Salón de la Fama del Béisbol Mexicano entroniza a la generación 2023

Este jueves, 9 de noviembre, el Salón de la Fama del Béisbol Mexicano abre sus puertas para recibir a la generación 2023 que será entronizada en los muros del recinto sagrado del béisbol mexicano, inmortalizando sus nombres en “rey de los deportes”.

Inmortales en el recuerdo de los aficionados por la historia que escribieron, sus nombres vivirán también de ahora en adelante en el Salón de la Fama. Son nueve leyendas del béisbol mexicano las que conforman esta generación: Noé Muñoz, Roberto Vizcarra, Jesús Moreno, Luis Arredondo, Tomás Herrera, Alejo Ahumada, Javier Robles, Alfredo Harp Helú y Juan Gabriel Castro.

Noé Muñoz

Uno de los maderos más peligrosos que ha visto la Liga Mexicana de Béisbol, Muñoz destacó en ambos lados del home pues con el madero brindaba la ofensiva vital para su equipo, mientras que a la defensiva fue un destacado receptor a lo largo de 24 temporadas (1990-2014).

El sueño ligamayorista de Muñoz se hizo realidad en 1995 cuando jugó dos partidos con los Dodgers, donde coincidió con Mike Piazza, otro gran receptor que se encuentra inmortalizado en el Salón de la Fama de la MLB y con Juan Gabriel Castro, quien será ahora también su compañero de generación.

Fue un jugador destacado en su paso por los Industriales de Monterrey, Broncos de Reynosa y los Diablos Rojos del México, pero siempre será recordado como el “eterno capitán” de los Saraperos de Saltillo con quienes conquistó el bicampeonato de 2009-2010.

Sus números de por vida son dignos de enmarcar, firmando una carrera de .312 de promedio de bateo, 114 home runs, 1,029 carreras bateadas y 1,919 imparables en 1,830 juegos.

Roberto Vizcarra

Conocido como el “Chapo” Vizcarra, es recordado como uno de los peloteros más explosivos con el madero en la historia de la LMB, además de ser un extraordinario corredor de bases que se desempeñó como segunda base.

En una carrera que se extendió a lo largo de 23 campañas (1986-2008), el “Chapo” nunca dejó de brillar con el madero, posicionándose en el quinto lugar histórico de imparables con  2,648, el séptimo en carreras anotadas con 1,478 y decimoquinto en bases robadas con 235.

Siempre explosivo, su gran ofensiva ayudó a sus equipos a conquistar cuatro campeonatos. Con los Bravos de León lo hizo en 1990, con los Tigres en 2000 y 2001 y su último en 2004 con los Piratas de Campeche. Pero el que sabe de pelota, sabe de pelota y su cosecha de títulos continuó como mánager, levantando los títulos de 2013 y 2015 con los Tigres y en 2018 y 2022 con los Leones de Yucatán, consagrándose así como uno de los entrenadores más ganadores.

Vizcarra puso el punto final a su carrera con números de por vida de .302 de promedio, 2,648 imparables, 232 cuadrangulares y 1,172 carreras bateadas en 2,292 juegos.

Jesús Moreno

Comandando a sus equipos desde el centro del diamante, “Chuy” Moreno es recordado como uno de los serpentineros más dominantes de los años 80 y 90, portando los colores del Águila, los Tecolotes, Saraperos, Langosteros, Leones y Rieleros.

Fue pieza vital de los Tecolotes de los Dos Laredos que llegaron en tres ocasiones a la Serie Final por el título. Aunque eventualmente cayeron en dos de ellas (1985 y 1987) ante los Diablos Rojos, finalmente el béisbol les devolvió lo debido con el título de 1989, el último hasta la fecha para los Tecos.

Después de su debut con El Águila de Veracruz en 1980, Moreno cerró su carrera tras 19 brillantes temporadas en la LMB en la que firmó un promedio de victorias de .605 (161-105), con una efectividad (ERA) de 3.90 a lo largo de 324 aperturas y 54 apariciones como relevista. Además, terminó su carrera con un promedio de apenas 1.33 hombres a los que caminó o permitió hit por entrada (WHIP) y con 1,207 ponches.

Luis Arredondo

El “ladrón” más veloz en la historia de la LMB finalmente será exhibido en el Salón de la Fama. Arredondo, quien además de ser un velocista por los senderos fue una máquina de bateo, cerró una carrera histórica únicamente para abrir un capítulo en la eternidad.

La velocidad del “Rayo” se compara a la de nadie, siendo el jugador con más bases robadas en la historia de la LMB, con un total de 527. Su talento para correr los senderos y avanzar por las almohadillas entre pitcheos le ayudó a anotar 1,646 carreras, la segunda mayor cantidad en la historia de la liga.

Pero para robar bases primero hay que llegar a ellas, algo en lo que Arredondo también era un experto, pues con el madero conectó un total de 2,814 imparables, la tercera mayor cantidad en el registro histórico, y ostenta la marca de más temporadas consecutivas (19) conectando al menos 100 imparables.

Arredondo no tardó en grabar su nombre en letras doradas, haciendo su debut en 1990 y conquistando el título de 1994 con los Diablos y en 2006 con los Leones, con quienes se volvió histórico. Aunque quizás lo más curioso del “Rayo” Arredondo es que nunca a lo largo de sus 23 temporadas lideró la liga en robos.

Con un promedio de bateo vitalicio de .323, 2,814 hits, 82 bambinazos y 869 carreras remolcadas, el “Rayo” tendrá inmortalizada su carrera en el recinto más “sagrado” del béisbol mexicano.

Tomás Herrera

A pesar de comenzar como lanzador, la historia de Tomás Herrera se escribe desde el banquillo, donde se le recuerda como uno de los mánagers más ganadores.

Después de retirarse como jugador en 1962, tomó las riendas de los Diablos Rojos del México en 1963 y tan rápido como en 1964 conquistó su primer título como entrenador y apenas el segundo en la historia de los “Pingos” que a la postre se convertirían en el equipo más ganador de la liga. También fue Herrera el timonel que llevó a los Rojos a su tercer campeonato en 1968.

El “Sargento Metralla” sabía de la pelota, tanto así que en 1970 los Saraperos de Saltillo lo nombraron entrenador del equipo para hacer su debut en la LMB y llevó la “Nave Verde” a las Series Finales de 1971 y 1972.

Como mánager cerró su historia con una marca casi pareja, con 894 triunfos y 891 derrotas, posicionándose entre los 13 entrenadores más ganadores, aunque también ganó alejado del banquillo, pues como gerente general ayudó a los Tecolotes a conseguir el campeonato de 1977 y a los Tigres en 1992.

Alejo Ahumada

Uno de los brazos más educados que han visto los campos mexicanos recibe su más que merecido espacio en el Salón de la Fama.

Ahumada inició su carrera en 1966 con los Broncos de Reynosa y dominó desde el montículo a quien se le parara enfrente, lanzando también para los Diablos – con quienes conquistó los campeonatos de 1973 y 1974 -, Saraperos y Tecolotes.

Abriendo a lo largo de 14 temporadas un total de 313 juegos, en 397 apariciones, Ahumada se quedó con la victoria en 163 ocasiones (.520), casi tan impresionante – o incluso más – resultan sus 149 juegos completos en estos triunfos y 35 de ellos siendo blanqueadas.

Ahumada firmó un promedio de carreras limpias de por vida de 3.08, con un promedio de 0.940 hombres a los que caminó o permitió hit por entrada (WHIP) a lo largo de 2,194 entradas y sentenció a 1,233 hombres.

Javier Robles

Cuando uno escoge al campocorto de su equipo, generalmente tiene que escoger entre un pelotero que sea capaz de fildear y uno que sea capaz de batear y aún más, hacerlo con poder. Con Robles no había que escoger.

Escribió su historia en la LMB a lo largo de 21 temporadas, en las cuales se volvió histórico con los Tigres, con quienes disputó 14 campañas y conquistó 4 títulos (1997, 2000, 2001 y 2005).

Robles es un histórico de las paradas cortas, recordado como un “cerrojo” y como el pelotero de dicha posición con más cuadrangulares en la historia de la pelota mexicana, con un total de 257 cuadrangulares.

Robles firmó su carrera con un promedio de bateo de .305, 1,259 carreras anotadas por 1,227 impulsadas, 2,227 hits y 257 home runs.

Alfredo Harp Helú

La nueva casa de los Diablos Rojos del México lleva hoy por hoy su nombre y aún así, esto no le hace justicia a lo que el Dr. Alfredo Harp Helú ha hecho por el béisbol mexicano.

En 1994, Don Alfredo adquirió a los Diablos Rojos del México y en su primer año como dueño de la “Pandilla Escarlata”, llegó el primero de los seis que decoran las vitrinas de los Rojos desde su llegada (1994, 1999, 2002, 2003, 2008 y 2014).

En 1996 llevó el béisbol profesional a su natal Oaxaca con los Guerreros, quienes apenas dos años después (1998) conquistaron su primer título.

Pero muchos hombres han ganado títulos como dueños de un equipo, son las acciones de Harp Helú fuera del diamante para hacer crecer el deporte y devolverle el lugar que le pertenece en México.

En 2009 fundó la Academia de Béisbol Alfredo Harp Helú, la cual ha desarrollado a peloteros mexicanos que hoy en día brillan tanto en LMB como en MLB. Algunos de los peloteros más destacados que pueden presumir el ser egresados de la academia son los ligamayoristas: Giovanny Gallegos, Julio Urías, Luis Urías, Ramón Urías, Isaac Paredes, Víctor González y Andrés Muñoz; por nombrar a algunos.

En 2012 se convirtió en accionista de los Padres de San Diego, uno de los equipos que ha ido tomando cada vez más protagonismo en las Mayores.

La casa de los Diablos Rojos del México merecidamente lleva su nombre, el cual es ahora inmortalizado en el Salón de la Fama.

Juan Gabriel Castro

Cuando el capítulo de Fernando Valenzuela se cerraba (1990) en la historia de los Dodgers, fue Castro quien abrió uno nuevo (1991) para los mexicanos en MLB.

Fueron 17 temporadas ininterrumpidas las que vivió Castro en las Mayores, una cifra que muy pocos peloteros pueden presumir y aunque con el bate no fue el mejor, su consistencia para siempre mantenerse en ritmo y forma, así como su versatilidad para jugar el cuadro le aseguraron su lugar en el máximo escenario del béisbol.

Si se necesita un referente de como debe de jugar un utility, Juan Gabriel castro es ese, pues fue capaz de jugar el campocorto, tercera base, segunda, primera y hasta el jardín izquierdo  únicamente fue responsable de 74 errores – un promedio de 4.353 por temporada -. Para ponerlo en perspectiva, Derek Jeter fue responsable de 254 errores a lo largo de 20 temporadas, eso sí, en 2,694 juegos, por 1,097 de Castro.

A lo largo de sus carrera portó los colores de los Dodgers, Reds, Minnesota, Orioles y Phillies.

Su legado como uno de los mejores guantes que ha producido el béisbol mexicano es uno que vivirá de ahora en adelante en el Salón de la Fama.

Por Jaime Gómez Torres e imagen de Espacio Deportivo