El legado de Brooks Robinson, el mejor tercera base defensivo de la historia

Este martes, se anunció el lamentable fallecimiento de Brooks Robinson (1937-2023), el histórico tercera base de los Orioles de Baltimore, cuyo trabajo con el guante a lo largo de 23 temporadas, sentó el estándar – inalcanzable – de cómo debía jugarse la “esquina caliente”.

Su fallecimiento fue anunciado por el eterno equipo de Brooks, los Orioles de Baltimore, en un comunicado en conjunto con sus familiares.

La temporada 2023 ha marcado un regreso histórico de los Orioles de Baltimore al escenario principal en las Ligas Mayores de Béisbol. El regreso a la cima de un equipo que se acostumbró a figurar entre los mejores equipos de la Liga Americana. Pero la historia no siempre fue así.

Antes de ser los Orioles de Baltimore, el equipo jugaba bajo el nombre de los “St. Louis Browns”, un equipo tan malo como podía haberlo, acostumbrado a quedar entre los últimos puestos de su división, sí con un par de temporadas protagónicas en las que conseguían rozar la parte alta, pero lejos de poder intimidar a los Tigres de Detroit, los Indios de Cleveland, los White Sox o los temibles Yankees de Babe Ruth.

Los problemas de los Browns no solo se encontraban en el campo, también fuera de él. Era imposible para el equipo el competir con los Cardenales de St. Louis, el equipo favorito de Missouri. Las dificultades dentro y fuera del diamante llevaron a los Browns a reubicarse, haciéndolo en Baltimore y bajo el nombre de los Orioles.

El oriol de Baltimore es el pájaro oficial de Maryland, por lo que el nombre era más que apropiado para el equipo de una ciudad que recientemente había perdido el suyo. Previo a su llegada, Baltimore contó con un equipo de ligas menores, los Orioles de Baltimore. Cuando los Browns llegaron a Baltimore, en 1954, diez años después de la desaparición de los Orioles, el equipo fue naturalmente recibido con los brazos abiertos, pero fue el impacto de sus jugadores, el que hizo de Baltimore un hogar y de los Orioles una familia.

La llegada del nuevo equipo le hizo bien a la ciudad, pero la afición necesitaba un “héroe” con el cual identificarse, a quien apoyar juego tras juego y que representara a la ciudad. Ese “héroe” sería Brooks Robinson.

Robinson se unió a los Orioles en 1955, apenas un año después de su llegada a Baltimore, pero fue hasta 1958 que se hizo de un lugar en el lineup día tras día. Pero sus números no hacían un buen caso para defender su posición en el equipo, un promedio de .238, con apenas 32 carreras bateadas; eso sí, dos cosas eran claras, no era un bateador fácil de ponchar y sabía cómo pegar una línea, amasando 110 hits en 145 partidos. Pero la razón para confiar en Brooks no estaba en las estadísticas de bateo, estaba en el campo, con el guante.

La “esquina caliente” nunca había visto a un pelotero como Brooks Robinson, con un guante que parecía fildear solo, una noción perfecta de su posición en el cuadro y un cañón con puntería perfecta como brazo.

Robinson ayudó al equipo a atraer a los aficionados, porque pocas veces en la historia ha bastado con ver fildear a un jugador para hacer valer el costo de la entrada y considerarlo el acto principal del espectáculo.

Encima, el equipo comenzó a ganar. Entre 1948 y 1957, el equipo terminó tres veces en octava posición (de ocho posibles), cinco en séptima, dos en sexta y una en quinta. Entre 1958 – tomando este como el año en que Robinson se hizo de un puesto como titular – y 1977, año en que se retiró Brooks Robinson, los Orioles únicamente terminaron cuatro veces fuera de los primeros cuatro lugares.

El carisma de Brooks Robinson fue el factor más importante para crear el vínculo inquebrantable entre equipo y afición.

“No me gusta llamarlos ‘fans’, me gusta llamarlos amigos”

— Brooks Robinson

Encima del espectáculo que ofrecía con el guante, su habilidad para batear líneas encontró los huecos en el campo que le ayudaron a brillar ahora también en la ofensiva.

Robinson se convirtió en el líder nato que era, en la cara del equipo y el hombre alrededor del cual se construyó la franquicia, mejorando su habilidad con el madero, Brooks finalmente reflejó su capacidad para batear líneas hallando los huecos en el campo.

El éxito de Baltimore como equipo consiguió plantarle cara a los temibles Yankees de Nueva York, adueñándose de la Liga Americana, conquistando el título de Liga en 1966, por segunda vez en su historia, primera como Orioles y primera desde 1944.

La Serie Mundial de 1966, marcó por siempre la historia de los Orioles de Baltimore, que en cuatro juegos barrieron a Los Dodgers, campeones en 1965 y 1963. Los Orioles, comandados por Brooks Robinson y un novato Jim Palmer, consiguieron formar un gran equipo que puso un freno a los Dodgers campeones.

Los Orioles mantuvieron el buen paso y volvieron a aparecer en 1969, año en que perdieron ante los “Miracle Mets”. Pero en 1970, el béisbol les dio revancha y esta vez conquistaron la Serie Mundial ante uno de los mejores equipos de la historia.

La Serie Mundial de 1970 presentaba al mejor equipo de la Liga Nacional y uno de los mejores en la historia, los Cincinnati Reds, el equipo conocido como “The Big Red Machine”; ante los Orioles de Baltimore. Los Orioles le amargaron la temporada a los Rojos con un triunfo en cinco juegos. Pero lo más memorable de esa Serie Mundial ni siquiera fue el triunfo de los Orioles, fue una jugada hecha por Brooks Robinson en el juego 1.

Impenetrable el paso por la “esquina caliente” y bateando de .429, con 9 hits y 6 carreras bateadas en la Serie Mundial de 1970, Robinson fue nombrado MVP de la Serie.

Los Orioles volvieron a la Serie Mundial en 1971, aunque esta vez fueron dominados en siete juegos por otro gran equipo, los Piratas de Pittsburgh, encabezados por “The Great One”, Roberto Clemente.

Sobra decir que el carisma y la actitud de Robinson jugó un rol vital en el éxito de los Orioles dentro y fuera del campo, y aunque es difícil poner en palabras la facilidad con que Robinson podía fildear hay números que lo respaldan.

Conocido como “The Human Vacuum Cleaner”, “La Aspiradora Humana”, nadie tiene más guantes de oro jugando tercera base que Brooks Robinson, quien fue acreedor al premio en 16 temporadas, consiguiéndolos de manera consecutiva. Únicamente Greg Maddux (18) tiene más guantes de oro que él.

Su capacidad para robar hits por la línea de tercera base y de mandar a los corredores a la “registradora” le fueron suficientes para ser llamado al Juego de Estrellas en 18 ocasiones, de manera consecutiva, siendo también MVP del partido en 1966.

“The Human Vacuum Cleaner” también fue nombrado Jugador Más Valioso (MVP) en 1964.

Quizás uno de los números que mejor representan lo que era Brooks Robinson defensivamente es el Factor de Rango, una estadística no siempre vista, pero sin duda alguna de gran utilidad. Representa el número de outs en el cual un jugador se ve involucrado por partido. Con un factor de rango de 3.241, ningún tercera base en la historia tiene más que Brooks Robinson.

Con el madero, Robinson terminó su carrera con un promedio de .264, alcanzando un máximo de .317 en 1964, 2,848 hits; 1,232 carreras y 1,357 carreras bateadas.

Han habido grandes tercera base en la historia del béisbol, pero únicamente 17 han sido electos en el Salón de la Fama, Brooks Robinson fue el séptimo en ser bienvenido en el histórico recinto y el segundo en haberlo hecho habiendo  hecho su debut después de 1950.

Robinson sentó las bases de cómo debe jugar un tercera base. Han venido icónicos jugadores después de él, George Brett y Mike Schmidt considerados por muchos como los mejores de la historia, por su habilidad con el madero, pero es indefendible el decir que ha existido un mejor tercera base defensivo que Brooks Robinson.

“Dale a los aficionados todo lo que tengas, y después, cuando todo se acabe, dales más”

— Brooks Robinson

La historia de Baltimore cambió en 1954 cuando los Orioles tomaron la ciudad como su casa y volvió a cambiar en 1955 cuando con el ’40’ a la espalda saltó al campo un joven Brooks Robinson. Con el paso del tiempo, el ’40’ sería solo un número, pero el ‘5’ con el que brilló durante 23 años en la “esquina caliente” sería inmortalizado. Un líder dentro y fuera del campo, recordado no solo como un gran pelotero, pero como un extraordinario ser humano.

La historia de los Orioles de Baltimore podrá haber iniciado con los Milwaukee Brewers en 1901, después los St. Louis Browns en 1902, pero su historia se escribe antes y después de Brooks Robinson, ‘Mr. Oriole’.

“Entre más tiempo paso fuera del juego, más aprecio una cosa, el hecho de haber jugado más tiempo con un mismo equipo, que nadie más en la historia del béisbol”

— Brooks Robinson

Por Jaime Gómez Torres e imagen de Espacio Deportivo