Este domingo, a los 90 años de edad murió Desmond Tutu, arzobispo de Sudáfrica y Premio Nobel de la Paz.

Se informó que el religioso murió de forma tranquila en el Oasis Frail Care Center de Ciudad del Cabo. Fue hospitalizado en varias veces desde 2015, después de que le diagnosticaron cáncer de próstata en 1997.

En un comunicado, el presidente de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa lo describió como un “patriota sin igual” y un “hombre de un intelecto extraordinario” que mantuvo su integridad en la lucha contra el apartheid”.

Galardonado con el premio Nobel de la Paz en 1984 por su lucha contra la brutal opresión racista del apartheid, Tutu es considerado una de las figuras clave de la historia contemporánea sudafricana.

Su trayectoria estuvo marcada por una constante defensa de los derechos humanos, algo que le llevó a desmarcarse en numerosas ocasiones de la jerarquía eclesiástica para defender abiertamente posiciones como los derechos de los homosexuales o la eutanasia.

Las reacciones tras la muerte de Desmond Tutu no se hicieron esperar y llegaron desde casi todos los rincones del mundo.

Desde el Vaticano, el Papa Francisco envió un telegrama en el que destacó del premio Nobel de la Paz su “servicio del Evangelio, mediante la promoción de la igualdad racial y la reconciliación en su Sudáfrica”.

El Dalai Lama comentó que Tutu era “un gran hombre que ha tenido una vida llena de sentido” y “enteramente al servicio de sus hermanos y hermanas”.

El primer ministro británico, Boris Johnson, expresó su profunda tristeza y destacó su figura como “esencial en la lucha contra el aparheid”.

El expresidente de Estados Unidos, Barack Obama, se refirió a Tutu como “un mentor, un amigo y una brújula moral”, alguien no solo preocupado por la injusticia en su propio país sino en todas partes.

El presidente de México también se sumó a las condolencias y a través de su cuenta de Twitter lo recordó como compañero de lucha de Nelson Mandela contra el racismo.