Mala calidad del sueño y ansiedad aumentaron por la pandemia por COVID-19

La pandemia por COVID-19 influyó en que muchos de nuestros hábitos cambiarán debido a la llegada de la nueva normalidad en la que vivimos

Yoaly Arana Lechuga, investigadora del Departamento de Neurofisiología y sueño del Centro Médico ABC, señaló que en una encuesta, llevada a cabo entre el 28 de marzo y el 18 de abril, se obtuvieron respuestas de 1,203 personas que voluntariamente accedieron a contestar los cuestionarios sobre el Índice de la Calidad de Sueño de Pittsburgh, así como otras pruebas que nos permiten detectar la presencia de síntomas de ansiedad o depresión.

En los resultados preliminares, los investigadores encontraron que el 63% de la población está durmiendo seis horas o menos, lo que representa una restricción crónica de sueño, lo cual va a repercutir en el estado de ánimo e incrementar el riesgo de enfermedades crónicas. Datos previos a la pandemia referían que el 28% dormía siete horas o menos.

Además, en la encuesta realizada, más del 50% refirió dormir mal, es decir, que la calidad del sueño era mala. El 48% de las personas presentó síntomas o valores anormales en la ansiedad. Cerca del 39% presentaba rasgos de depresión, un dato significativamente más alto si se compara con datos de otros años pero fuera del contexto de la pandemia.

Además, 65% de los encuestados llevan a cabo esta actividad primordialmente justo antes de intentar dormir, lo que podría estar condicionando el incremento de la latencia para conciliar el sueño. Cabe recordar que la luz que emiten los dispositivos se ubica, en su mayoría, dentro del espectro con una mayor concentración de luz azul. La exposición a esta luz antes del sueño no permite que se libere melatonina, una neurohormona secretada por la glándula pineal como respuesta a la oscuridad y responsable de la sincronización de varios ritmos circadianos.

Es la falta de interacción social y el exceso de exposición al internet y a los dispositivos electrónicos actuales, los que generan desequilibrios en la fisiología cerebral que se han de manifestar como alteraciones de los ritmos circadianos, deterioro de la calidad de sueño e incremento de manifestaciones de condiciones mentales relacionadas con la ansiedad y la depresión. Adicionalmente, un alto porcentaje de la población también enfrenta serias dificultades para solventar su aprovisionamiento cotidiano, lo que obliga a muchas personas a salir a buscar el sustento para sus familias en condiciones de poca seguridad.