¿Por qué necesitas acercarte a un mentor?

Hay que ser sinceros, todo lo que sabemos, lo hemos aprendido, bien o mal, a través de otras personas, y en muchos momentos, no somos conscientes de qué estamos aprendiendo, de por qué lo estamos aprendiendo, o de si lo que aprendemos está bien o está mal. Nuestros padres hacen su mejor esfuerzo la mayoría de las veces, pero todo está limitado a su propia experiencia y a sus propios aprendizajes; en la escuela, aprendemos de acuerdo con planes educativos buenos o no tan buenos, y con suerte tendremos dos o tres grandes maestros con una gran vocación que nos tocarán el corazón y el alma, pero eso también es una cuestión de azar. Llega el momento en que tenemos que hacernos cargo, personalmente, de las cosas que de verdad queremos y tenemos que aprender, y de a quién elegimos para que nos las enseñe.

El conocimiento es una herramienta; la inteligencia es un recurso y la sabiduría es una virtud. El conocimiento es, en este momento, más libre que nunca, y cualquier autodidacta, con disciplina y pocos recursos, puede acumularlo, pero sin una guía, no sabrá usarlo y será inútil, no tendrá objetivo ni propósito. La inteligencia, igual que el talento, no garantizan nada sin disciplina, sin dirección, sin un plan de vida que se proponga sacarle el mejor partido. La sabiduría, por otro lado, es la suma de la experiencia propia y ajena para dar orden y sentido a la vida; para administrar nuestros recursos; para ejercitar nuestras fortalezas y reducir nuestras vulnerabilidades.

Existen personas que han acumulado experiencia y la han convertido en sabiduría. Ellos y ellas son a quienes debes acercarte para aprender lo que los libros, lo que la internet y lo que las escuelas no pueden enseñar. Las personas sabias son, casi siempre, muy generosas al compartir lo que son y lo que saben. Hay mentores para todo, pero las tres áreas principales donde una persona normal necesita aprender cómo conducirse y desarrollarse son las áreas financiera, la espiritual y la vida interior y emocional.

Ser un mentor es una vocación desarrollada por personas que, habiendo cometido errores a lo largo de un aprendizaje en donde se acumularon éxitos y fracasos, tiene la visión panorámica que le da un entendimiento profundo del mundo y de sí mismas. A los mentores verdaderos les interesa ayudar a las demás personas a desarrollarse de mejor manera, porque tienen la convicción de que así es como el mundo avanza, mejora, se sana, crece y cambia. Los mentores no suelen hacer esto buscando reconocimiento, pero no está de más dárselos, porque no hacerlo es, en el fondo, ingratitud, y una persona que no ejercita en su vida la gratitud, no tiene una vida emocional plena. Poca gratitud es poca calidad de vida, y no estoy hablando de la vida material, sino de la que cuenta más, la vida interior.

Voy a hablar de las cinco cosas que una persona debe buscar en un mentor, y que son aplicables casi siempre a las tres áreas mencionadas anteriormente.

  • Experiencia: Sería muy fácil buscar mentoría de quien esté en un momento dado en la cima de su área, de su profesión o de su riqueza, pero no, todo eso pudo haberse conseguido por razones distintas a la virtud. Quien tiene el éxito en un momento dado puede saber menos que quien ha estado en el ruedo toda su vida, y que ha visto a muchos ir y venir, subir y caer. La experiencia les ha enseñado que importa más que sepas quién eres que lo mucho o poco que tengas o la fama que hayas tenido; que importa más saber qué quieres y cómo vas a lograrlo que cualquier riqueza material. La experiencia los hace crecer hacia adentro, y quien es pleno por dentro, conseguirá cualquier cosa que se proponga hacia afuera.
  • Humildad: Un mentor es quien ha aprendido de errores ajenos, de errores propios y de circunstancias fuera de su control. Un verdadero mentor es humilde reconociendo que no siempre ha sabido lo que sabe, compartiendo cómo lo aprendió y manteniéndose aprendiendo todo el tiempo. Un mentor tiene la humildad de reconocer que no lo sabe todo y de que no puede controlarlo todo, pero puede controlarse a sí mismo para buscar la solución más adecuada a cada problema, y la humildad suficiente para abandonar lo que haya que abandonar y para cambiar lo que haya que cambiar.
  • Maestría: Esto es algo difícil de ver, porque la atención se distrae muy fácil y se deja deslumbrar por números que no reflejan lo que una persona sabe. La maestría no es haber hecho más que otros, sino hacer lo que se hace mejor que nadie. Un maestro no busca encandilar a nadie, hace su trabajo con dedicación, diligencia y talento, y deja que eso hable por él. No estoy seguro de que la anécdota sea cierta, pero se dice que en un momento de la historia de Europa, Stradivarius, el mítico artesano que construyó los violines más perfectos que el mundo había visto y escuchado, tenía al lado de su taller otros dos talleres de instrumentos de cuerdas, uno con un letrero que decía “aquí se fabrican los mejores violines de Europa”, otro tenía un letrero que decía “aquí se fabrican los mejores violines del mundo, Stradivarius simplemente puso un letrero que decía “aquí se fabrican los mejores violines de esta cuadra”. La afirmación de los otros talleres era imposible de probar, la de Stradivarius no.

La maestría no necesariamente se relaciona con el éxito, porque a veces el mundo no está preparado para ciertos talentos. Franz Kafka, John Fante y Herman Melville son escritores que, a un siglo o siglo y medio después de que escribieron sus obras, siguen siendo mentores de muchos principiantes, pero en su momento, no conocieron el éxito comercial; lo mismo ocurrió con Vincent Van Gogh y, por ejemplo, Pablo Picasso tuvo que picar muchas piedras antes de ser reconocido, a pesar de que el talento ya estaba ahí. La maestría es algo que hay que saber reconocer y valorar cuando se busca a un buen mentor.

  • Gentileza: Un verdadero mentor es comprensivo y compasivo con quienes saben menos que él o ella, porque recuerda lo que es no saber nada. Esto no tiene que confundirse con un trato suave; hay mentores que, para algunas lecciones específicas, tienen que ponerse duros, porque la lección lo requiere, pero después de haber pasado por el proceso de aprendizaje, tienen una palabra amable y un reconocimiento hacia ti por el esfuerzo que quiere decir que les importas no sólo como mentorado, sino como persona, lo que me lleva a la quinta cualidad de un mentor verdadero:
  • Trascendencia: Un verdadero mentor no quiere que tú seas tan bueno como él o ella: quiere que seas mejor que él o ella. Un mentor está construyendo el futuro, el tuyo, el suyo, el del mundo; el del arte, ciencia, técnica o industria a la que haya dedicado su vida y su esfuerzo. Un mentor que envidie a sus mentorados o los saboteé, no es un mentor verdadero. Un mentor tiene los pies en el presente, pero la vista fija en el futuro.

Por supuesto, hay mentores que viven específicamente de ser mentores, y que para poder hacer llegar su mensaje y su experiencia a las más personas posibles, necesitan de una infraestructura que cuesta dinero, y no poco, y cobran por su tiempo, pero ojo, lo que estás pagando es su tiempo y la logística y la infraestructura para que te comparta el aprendizaje, no el aprendizaje. Para aprender, no basta pagar la colegiatura de la universidad, hay que comprometerse a aprender. Esa, esa es responsabilidad tuya.

Afortunadamente, en un mundo cada vez más descentralizado, encontrar mentores ya no es tan difícil como tener que encontrar a un ermitaño en lo alto de una montaña. Aprender de verdad de la experiencia de los padres, como yo lo hice, fue mi comienzo en el mundo; no esperé a que él me quisiera contar algo; yo fui con él y le pregunté por mi propia iniciativa; yo le pedí que me compartiera todo lo que pudiera. Pude haberme perdido de mucho si no lo hubiera hecho con toda la intensión y el interés que, a veces, como hijos, no le dedicamos a nuestros padres.

Además, como en el caso de los escritores citados, hay grandes obras disponibles al alcance de cualquiera y que cuestan prácticamente nada; hay seminarios que te van llevando a decantarte por un estilo u otro de aprendizaje; hay tutoriales que se pueden encontrar en cinco segundos que pueden darte una enseñanza invaluable. El mundo es tuyo para aprender lo que quieras de quien sea a quien necesites, pero como había dicho al principio de este artículo, esa, esa es tu elección, una que debe tomarse muy en serio, con la que debes ser completamente responsable y con la que debes comprometerte absolutamente.

Sólo recuerda, por favor, cuando el proceso haya terminado, que le debes al mundo y a tu mentor o mentora dos cosas: 1) Darle las gracias y el reconocimiento y, 2) Convertirte en mentor, o al menos guía y referencia, para los que vengan detrás de ti.

Gracias, gracias a mis padres, a mis mentores, a mis compañeros de viaje, gracias a todos, por tanto, por lo que ha sido, y por todo lo que hace falta por hacer, que no tengo dudas al respecto, se hará.

Jonathan Sifuentes.