Tlacuaches con alas de catarina, leones con cuernos de venado, gallos con alas de murciélago y criaturas con muchos ojos o dos cabezas. Así eran algunos de los más de 200 alebrijes que participaron este sábado en el Desfile de Alebrijes Monumentales que salió del zócalo capitalino y llegaron a Paseo de la Reforma, donde quedarán exhibidos por dos semanas.
Los artesanos que elaboraron estos alebrijes comentaron en entrevista para 88.9 Noticias, que estos eventos ayudan a visibilizar su trabajo, pues sienten que no es valorado por todos.

Ella es Graciela Rodríguez, quien creó Tlacoti, con forma de tlacuache: “Desgraciadamente por los mismos mexicanos, no mucho, pero los extranjeros sí es realmente valorado. Precisamente con este desfile que se hace, hay una gran derrama económica”.
Por su parte, Fernando Ugalde, originario de Tultepec y quien fabrica pirotecnia, se unió en familia para dar paso a un alebrije giratorio que llamó la atención del público. Él también habló sobre lo poco valorado que es el trabajo de los artesanos mexicanos: “El valor se queda muy corto. Lo que generan los artesanos, las manos mexicanas es impresionante, sin duda alguna es de lo mejor. No hay ningún valor que se acerque a lo que crean los artesanos mexicanos. Todo lo costeamos de nuestras bolsas”.

Entre los artesanos que participaron, también están los que trabajan en los FAROS de la Ciudad de México, donde se ofrecen talleres a personas de todas las edades y donde se enseña a valorar el trabajo de los artesanos.
Sobre esto comenta José Manuel Adame, profesor del FARO Azcapotzalco Xochicalli. Él creó un alebrije en forma de pulpo y en su elaboración ayudaron más de 40 personas. “Le falta todavía, pero cada día va mejor, siendo más valorado y siendo de mejor calidad, aparte es ya más difundido a nivel internacional. Yo creo que sí funciona el trabajo de instituciones privadas, como el Museo de Arte Popular”, contó.

Lo mismo pasa con Erick Rosas, quien mantiene un taller cultural en Cuautla Morelos. Él también creó un alebrije y lo trajo desde aquella ciudad a la capital mexicana por amor al arte y por dar visibilidad a los artesanos de otras regiones del país.
Erick siente que no es difícil inculcar en los niños el amor por el arte, pues también debe convertirse en un espacio de armonía: “No es difícil, es más que nada que tengan el gusto por querer aprenderlo, el gusto por estar ahí, convivir porque además de que estamos cartoneando, estamos hablando de todos los temas
Además de esto, los artesanos pidieron jamás regatear sus trabajos y difundir sus creaciones, pues cuestan tiempo, esfuerzo y creatividad.