La resistencia a los antibióticos o antimicrobiana se ha convertido en un problema de salud pública tras el uso indiscriminado de este tipo de medicamentos para tratar infecciones; sin embargo, podría representar hasta 40 millones de muertes directas y 169 millones de fallecimientos indirectos a nivel mundial rumbo a 2050.
“Si hacemos las cosas bien, si tenemos un buen cuidado, si se dan suficientes recursos, lo que se puede evitar de 2025 a 2050 son más de 90 millones de muertes”.
Así lo aseguró el Dr. Alfredo Ponce de León Garduño, director de infectología del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición “Salvador Zubirán”, quien ofreció la conferencia “Prevalencia y carga de enfermedad por Resistencia Antimicrobiana en México, en las Américas y a nivel global Hallazgos del estudio” en la Universidad Iberoamericana.
De acuerdo con el estudio que expuso y del que fue autor, publicado en la prestigiosa revista The Lancet, las personas que sufrirán en mayor medida esta situación relacionada a los antibióticos serán los adultos mayores de 70 años.
“Realmente, lo verdaderamente preocupante de la proyección, es lo que va a pasar con la población mayor”.
Resistencia a los antibióticos, causa de muerte en países de bajos recursos
El Dr. Ponce de León detalló que la resistencia antimicrobiana se agudiza como una importante causa de muerte en los países con bajos recursos, por lo que es importante que los gobiernos y la población adopten una serie de medidas.
Primero, los tomadores de decisiones y la comunidad médica deben prestar atención a la prevención de infecciones y programas de control, además de solo acceder a antibióticos esenciales y desarrollar nuevos.
Además, el desarrollo de vacunas y su aplicación resulta clave para evitar infecciones y, en consecuencia, la utilización indiscriminada de antimicrobianos.
“Si te toca una resistente no va a haber con qué tratarte porque no hay opciones. El impacto es crucial entonces porque la toma de decisiones globales va a depender de que tengas buenos programas de prevención, no de tratamiento”.
Muchas de las infecciones cada vez más potentes no tienen tratamiento para revertirse y la deficiencia en mecanismos de esterilización e higiene en hospitales los han convertido en sitios fértiles de adopción de estos patógenos.