En los noventa hubo un descenso significativo de crímenes violentos en los EEUU. Varios investigadores dedujeron que esto se debió a algo con lo que ya no creció la generación de niños de los años ochenta. ¿De qué estamos hablando?
Esa generación no creció con plomo en las gasolinas. No tuvieron tanto efecto ni en sus capacidades cognitivas, ni en las respuestas violentas al medio ambiente.
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